domingo, 25 de marzo de 2007

Raval

Aunque tiene ya sus años, es lo último que he leído de Arcadi, Espada y faro del periodismo (ese noble oficio demodé que se ocupa de la verdad). El libro desmonta una mentira policial, judicial y periodística: la desarticulación de una red de pederastas en el barrio del Raval en el verano de 1997. Esa mentira llevó a la cárcel a inocentes y separó injustamente a hijos de sus padres durante más de un año. Lo peor: que la mentira se orquestó en nombre de la bondad (de bienintencionados está empedrado el infierno), porque ¿cómo un paidófilo no va a ser culpable? Les urge leerlo.

Sobre el maestro Espada, rescato una pequeña crónica, del 26 de julio de 2006, de la primera vez que me atreví a saludarlo:

"Acabo de llegar de la primera sesión del curso que da Arcadi en la universidad de Aranjuez, y constato con tristeza y resignación que: uno, los jóvenes periodistas y no periodistas españoles siguen subidos al guindo de la inocencia y el buenismo más ignorante, y dos, que a Espada... ¡no le entienden el humor! (y por tanto, no lo entienden).
Como maestro periodista, dio una clase magnífica, concisa y certera, sobre la relación de los blogs con el periodismo (qué es periodismo, qué es un blog, por qué los blogs no son periodismo y de qué manera sí pueden ser una buena herramienta periodística). Como maestro provocador, no lo vi tan incisivo como en otras muchas ocasiones, pero hete aquí -y por eso es un maestro- que igualmente provocó...
No, no, ningún nacionalista catalán le echó en cara un "españolista" más o menos subrepticiamente, disfrazado de federalismo progre. Ni hubo quien le preguntara sobre la "idea de España". Al fin y al cabo, en el aula éramos casi todos periodistas atendiendo a una clase estrictamente sobre periodismo, no había mucho lugar para la política, y así lo entendí: que entre profesionales, siendo Arcadi eminentemente un periodista, y un periodista en busca constante de la esencia del periodismo, o sea, de la verdad, o sea, de los hechos, poca polémica habría. Pero me equivoqué, repito. ¿Sabes qué enervó a los jóvenes idealistas? ¡El dinero! Que dijera que era un profesional de la escritura y que por tanto, cobraba por ello siempre.
Preguntas infantiles cuando no enervantes dieron pie a los momentos estelares:

Alumno: ¡Pero eso de cobrar va en contra de los principios de la blogosfera!
Arcadi: Es que no sé qué es la blogosfera, me parece demasiado redondo, prefiero bloguería. Y además, soy experto en que me excluyan de comunidades: siempre "usted no pertenece a Cataluña porque va en contra de los principios catalanes", y ahora "usted no pertenece a los blogs porque no cumple los principios blogosféricos"... Vaya por Dios. ¿Alguien puede decirme qué principios son esos?

Alumno: Eso de que si le pagaran por no escribir, dejaría de hacerlo, va en contra de la ética profesional. Imagínese a un médico al que le pagaran por dejar de operar...
Ricardo Pérez-Amat [el moderador]: Mira, precisamente conozco el caso de un catedrático de la Rey Juan Carlos al que le tocó la lotería a lo grande [dio nombres], y tanto él como su mujer, cirujana, dejaron de trabajar.
Arcadi: Claro, yo con eso tengo un problema, porque no juego a la lotería. No juego porque no me parece bien, soy un poco calvinista.

Paloma Rupérez Rubio [dizque profesora universitaria]: Arcadi, todos conocemos tu pasado, porque todos tenemos un pasado, y tu trayectoria hasta hoy, cuando parece que tienes una nueva identidad [sic]. Creo que la pregunta nos servirá a todos: ¿desde dónde escribes y para qué?
Arcadi: ¿Para qué? Por dinero, lo digo muy seriamente. ¿Desde dónde? Me temo que es una metáfora...
Paloma: No es una metáfora.
Arcadi: Sí, mujer, porque si te digo que desde un ático, no te valdría.
Paloma: Quiero decir, ¿de qué vas?
Arcadi: ¿Tengo que contestar a eso?
Pérez-Amat: Que contesten sus lectores...

En descargo de la increíble Hulk -o masa-, diré que el maestro llegó tarde, lo que unido a su mirada difusa (por miope) puede que esparciera de antemano en el ambiente el perfume de una presunta soberbia. De otro modo, no me lo explico..."

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